Aca les dejo el escrito, es larguito pero no tiene desperdicio
Lost , Opinión
La quinta
de Lost
Ahora sí. Ya ha pasado un tiempo prudencial, ya los fanáticos del detalle y del fotograma han escrito en sus webs todo lo que había que decir sobre la quinta temporada de Lost. Sobre las incógnitas nuevas, sobre las viejas respuestas. Ahora, más tranquilo, me gustaría retomar la idea del placer por las historias.
En mi caso, sólo la literatura adolescente había logrado transportarme de un modo absoluto al misterio de la ficción. Twain, Conan Doyle, Verne y, por supuesto, Stevenson. Después uno crece y se convierte en experto. Deformación profesional, quizás madurez. Se ven los hilos de las historias; se disfruta, sí, pero menos. Lost me devolvió, de un golpe, la ingenuidad de no saber nada. La emoción de estar en blanco.
Desde 2004 (y con la única excepción de los mundiales de fútbol) hubo únicamente dos momentos cada año en los que me senté frente al televisor como si fuera un chico de doce que lee por primera vez literatura. Ocurrió cada vez que hubo una season finale de Lost, y también ocurrió las noches en que comenzaba una nueva temporada. Se puede decir, entonces, que ese milagro ha ocurrido la semana pasada por penúltima vez.
La quinta temporada, con sus altibajos, ha sido la mejor. No tiene que ver con las respuestas, sino con la certeza de un final. Ocurrirá con más fuerza dentro de ocho meses, cuando comencemos a ver las últimas diecisiete horas de la serie. Se acaba, y lo sabemos. Habrán sido seis años intensos en donde una cuestión es segura: la tele ha cambiado para siempre. Y nosotros con ella.
La forma de ver la tele, quiero decir. Empezamos a entender la importancia de la pausa y el debate en mitad de un diálogo, por ejemplo. La tele congelada, los espectadores hablando entre sí. La excelente costumbre de disfrutar una historia entre amigos, y no a solas. Lost inaugura una cultura nueva, la de ver series en los bares, con cien, con trescientas personas pegando gritos.
Quién lo iba a decir: la muerte del cine reinventa y mejora al cine. El cine es soledad, esto en cambio es “vivir juntos”, no es “morir solos”. Salir disparado a los foros después de un episodio, para reformular teorías. Hacer revisionismo. Buscar una escena de la tercera temporada para entender mejor un guiño de la quinta. Y compartirlo. Avisarle a los otros: a los amigos, a la novia, a los compañeros de piso o de trabajo. Y otra vez poner pausa. Alguien pone pausa y pregunta: “A ver, espera, ¿en qué año estamos?”.
Eso es Lost. El comienzo de la ficción monumental, de la saga memorable. De la tele llena de gente.
No. En este artículo de Espoiler no pienso hablar de Jacob, ni del antiJacob, ni tampoco haré teorías sobre el escenario de la sexta. ¡A mí que me importa todo eso, si de todos modos voy a disfrutar como un chancho! Me quedo con las miradas silenciosas de Jack, de Kate y de Sawyer cuando el primero deja caer una bomba (toda la historia de sus vidas) a un pozo sin fondo.
Lost son esos doce segundos en que nos quedamos sin respirar y esperamos una detonación que no ocurre. Toda la serie es eso: la casa en silencio, los chicos dormidos, nosotros con café o con ron, o con restos de pizza en los platos, volviendo con placer a la ingenuidad de la vieja literatura que creíamos perdida.
Eso es Lost. Esas miradas de terror y fascinación, de suspenso en estado puro. Mientras la bomba cae y cae y cae, mientras esperamos a ver qué pasa, sentimos la misma tristeza de Kate, de Jack y de Sawyer. ¿Y si todo esto que hemos vivido se acaba, si nunca ha ocurrido? ¿Y si no hubiéramos visto la serie cada semana, desde hace ya cinco años, si no nos hubiéramos enamorado de cada personaje? ¿Si fuéramos adultos y sólo mirásemos el informativo y las caídas de la bolsa, si sólo habláramos de política y del petróleo? ¿Y si no hubiéramos tenido tiempo, o ganas, de volver a creer en la ficción?
La bomba cae al pozo, cae lentamente; esperamos la detonación. No ocurre nada.
Antes Juliet había dicho: “Prefiero no haberte conocido nunca, antes que perderte”.
Y antes todavía, Miles había dicho: “¿Y si Jack estuviera en realidad causando aquello que intenta evitar?”.
Y antes todavía, hace cinco años, mi primo Guillermo llegó a casa y dijo: “Che, empezó una serie nueva, de unos tipos en una isla rara, les traje los tres primeros capítulos”.
Pausa.
Quiero poner pausa en esa última escena, y quedarme mirando el pasado un momento. Qué bueno fue que haya ocurrido. Cuántos jueves maravillosos llegaron después; qué pocos jueves nos quedan.
Vamos a echar de menos Lost, en 2011, como pocas otras cosas en la vida.